Todavía un poco asombrado, miraba hacia las plateas laterales y las cabeceras altas del estadio, imaginaba (como todo futbolista frustrado) que se sentirá entrar a jugar por los puntos con un estadio repleto. Por el momento solo me conformaba con llegar a uno de los arcos y conseguir una pelota para poder, aunque sea, hacer unos jueguitos.
La cancha estaba divida en 4 canchitas que iban de un área grande a la otra y del lateral derecho al izquierdo, dejando un espacio entre medio para que técnicos y padres alocados les griten a sus hijos como deben hacer lo que ellos no supieron hacer cuando eran jóvenes. Mientras tanto yo, ganaba terreno y me acomodaba al borde del área grande, donde otro grupo de borreguitos esperaba su turno para jugar.
Puse la pelota 1 metro afuera del área grande, tome 3 pasos de carrera, levante la mirada, vi la popular vacía; el arco también y entonces fui hacía la caprichosa con mucha calma, tratando de no morderla, no pegarle de uña, solo que vaya al arco y no perder la oportunidad que ni #ElRepresentanteDeMaxiLopez podría brindarme.
En eso veo que la pelota da en el travesaño (clan diría Varsky) y vuelve a mí. Otra vez mire para los costados, como buscando un testigo que pueda dar verdad de lo que había ocurrido. Pero no había nadie, estaba solo yo y mi alegría. Era un niño más, pero huérfano…
En fin, lo que para muchos podría haber sido un fracaso futbolístico, para mí había sido como levantar la copa en el 86, bueno, no tanto. Además, estaba contento porque le había pegado bien. Hace como dos meses que no juego y además todos sabemos que soy un burro. Pero como no me gusta perder a nada, volví a colocar la pelota en el mismo lugar y esta vez no lo pensé tanto. Tome carrera y puuuummm, le pegue como venia. No me preguntes como le pegue, si con cara interna, de uña, mordida o no. Yo le pegue y listo.
La pelota salió disparada hacía el mismo lugar que el primer tiro, pero esta vez para mi asombro, y solo el mió, porque otra vez no había nadie mirando (lo que hace esta historia poco creíble, pero que igual sé que no me creen de pura envidia, porque yo… En Fin); no pego en el travesaño, si no que se clavo AHÍ. Si, ahí. Donde cagan las arañas. En el ángulo, entro toda y yo no pude más que mirar para cualquier lado y sonreír. El objetivo estaba cumplido…
Después de un momento así, nada podía pasarme. Así que volví caminando por donde entre. Pase por los bancos de suplente, me senté. Me saludaron en italiano, otra vez conteste en español. Me pare seguí caminando hasta la puerta de salida y retorne al hostel. Una vez más tranquilo, me colgué escribiendo el post anterior, hasta que eso de las 4 de la mañana, la pieza comenzó a temblar por más de 10 segundos. Pensé que eran los ronquidos de mi compañero de cuarto, pero resulto ser un terremoto.