lunes, 25 de abril de 2011

Haré mi próximo movimiento...

Hoy estoy en uno de esos días en los que a todos alguna vez se nos apaga el calefón. No me pregunten por qué. Solo me levante y me encontré con este estado. Estaba ahí mirándome. Me baje de la cama, no recuerdo con qué pie. Solo sé que me dijo que hoy me iba acompañar. Si no queda otra… Seguidme…

Y así fue. Fiel como perro e´ sulky, estuvo todo el día al lado mío. Trate de salir poco y cruzarme con poca gente, porque es bien sabido que no importa lo que me digas, te mando a la mierda igual. Perdóname, no sos vos, ni él, ni ella, ni ellos, soy yo.

Igual como soy bien porfiado, salí en busca. De qué? No sé. Ahí fui, por lo ya conocidamente desconocido. Tome la misma calle que todos los lunes. No mire al cruzar. El semáforo me decía que avance, pero igual el 273 me paso muy cerca. Ocho cuadras todavía me faltaban para tocar el timbre, subir las escaleras y sentarme a ver qué pasa.

Por mi cabeza rondaban un par de pensamientos que podrían ser disparadores de algo. Pero que en realidad no llegaron a ningún lado. Entonces otra vez desde cero. Honesto en demasía, aclaró que no me interesa lo que me digas, ni lo que pienses, ni lo que veas. Es solo un mal día. Mañana se me pasa, repito cada vez que preguntan.

La curiosidad de los demás es casi más fuerte que la mía. Pero como no me gusta perder ni a la bolita, insisto. Freno y pienso……….. Nada. Sigo con la idea de no salir y cruzarme con la menor cantidad de gente posible tratando de evitar esa puteada de la cual uno puede arrepentirse cuando pase el temblor.

Smells Like Teen Spirit suena en el celular (Podría decirse que el Himno ideal para un día como hoy). Atiendo sabiendo el riesgo que corre la persona que está del otro lado. Nada de lo que me dice me interesa. La escucho por puro compromiso. Trato de ser cordial y hasta cedo (podría ir con S también) en un pedido que me hace. Todo parece estar bien, hasta que la muy yegua, "no puede con su impotencia de ser una mal atendida y le sale la conchudez de adentro" en formato de reproche que nada tiene que ver con lo que acontecía. Automáticamente hay un miligramo de racionalidad en mí que entra en juego y me permite responder con calma y dar por terminada la llamada.

Tras anotar lo sucedido en mi lista de cosas a tener en cuenta para fin de año, miro hacía un costado y veo algo que puede ayudar. Uno en cada oreja y el volumen a lo que da. Primero Massacre Palestina y luego El Mato a un Policía Motorizado suenan por más de dos horas, mientras termino de escribir una nota para el trabajo, quizás la mejor por no decir la única desde que comenzó el año.

Una vez más levanto la vista. Una botella de agua calma mi sed. Me aguanto las ganas de ir a mear. Sería una falta de respeto para los músicos tener que sacarme los auriculares. Miro por la ventana. Ya es de noche. Nunca me entere. Vuelvo al monitor. Abro otra pestaña y en un costadodesdeel3a aparece como favorito. Lo miro y no lo dudo. Abro la puerta. Entro. Cierro. No pienso, solo escribo.

Freno. Ahora ya no pienso tanto y las ganas de mear son inaguantables. Miro el reproductor y como si estuviera todo programado, Santiago Motorizado canta:

“Hareeee miiii próximoooo mo-vi-mien-to”….



Esta historia puede ser muy verdadera o muy armada, como tantas otras que se leen por ahí. Todo dependerá de como se las quieran vender...

lunes, 11 de abril de 2011

Pensamos lo que creemos

Me tomo el atrevimiento de tomarlo prestado. Es que no puedo dejar que no lo leas. Espero que lo disfrutes tanto como yo.


Léelo tranquilo, nadie te corre...


Cuando Cristóbal Colon llegó a América se encontró con personas desnudas pero sin vergüenza de su desnudez, muy apacibles y amistosas, en medio de una naturaleza exuberante y se preguntó si no había llegado al Paraíso Terrenal.

Cuando Moctezuma y su corte tomaron conocimiento de la llegada de Hernán Cortes a México y de sus temibles corazas y armas de fuego y de los caballos que los acompañaban no dudaron que estaban en presencia de dioses.

¿Acaso Colon y Moctezuma actuaban irracionalmente? No. Simplemente pensaban lo que sus creencias les permitían concebir. Colón era un católico convencido de la existencia física del Paraíso Terrenal y de la situación de falta de pecado que allí se vivía. Los aztecas interpretaban que los recién llegados eran personajes mitológicos ya descriptos en sus tradiciones. Ambos aplicaron sus creencias a la interpretación de la realidad novedosa que enfrentaban.

Nosotros no somos distintos a Colón y Moctezuma. Entendemos nuestra realidad aplicando los modelos mentales y “verdades” en los que fuimos educados. Creemos que las cosas son buenas o malas, eficaces o equivocadas, en función de los paradigmas que compartimos.


Las sociedades construyen sus paradigmas lentamente. No hay un hecho único que determina esas creencias sino la lenta y constante acumulación de evidencias y valoraciones que mueven nuestro criterio de una u otra forma. Las creencias se sancionan en el tiempo, se confirman con la experiencia social y se instituyen con la educación.

Toda sociedad tiende a perpetuar sus creencias, por eso es tan difícil criticarlas. Los paradigmas sociales tienen fortísimos sistemas inmunológicos ya que niegan las evidencias que comprometen su permanencia.


Se cuenta que cuando el inventor del gramófono fue a registrar su creación a la Oficina de Patentes de París el oficial que lo recibió se negaba a creer que las voces que escuchaba salieran del extraño aparato que tenía frente a sus ojos y se arrojó al cuello del inventor para ahogarlo pensando que se trataba de un ventrílocuo. Así solemos reaccionar todos cuando algún hecho de la realidad contradice nuestras creencias.

Pero sabemos por experiencia que nuestras creencias sociales pueden estar equivocadas y de hecho lo están. La Alemania nazi era la sociedad más culta de su época pero sin embargo protagonizó el horror más cruel del siglo pasado. Y Argentina fue a comienzos del siglo pasado una de los países con mejor educación del planeta en medio de una geografía plena de recursos naturales, pero hoy tenemos un tercio de nuestros habitantes sumidos en la pobreza: algo errado debemos haber hecho en las últimas décadas.

DC se propone revisar las creencias que mueven nuestro entendimiento de la realidad porque creemos que algunas fueron y aun son equivocadas y nos han llevado a tomar decisiones sociales ilusorias. No es que nos hayamos equivocdo intencionalmente, sino que basamos nuestro juicio en valores falsos y las consecuencias fueron necesariamente empobrecedoras.

Si no cuestionamos estas creencias es muy probable que en el futuro nuestras decisiones sigan siendo deficitarias. Se trata entonces de ajustar nuestros paradigmas para que un sistema de creencias más válido nos guíe a conductas más eficaces.

Cuestionar nuestras creencias no es fácil, requiere coraje y sobre todo sentido crítico, pero su resultado es muy estimulante ya que nos permite ajustar los resortes equivocados de nuestro pensamiento. De eso se trata Darse Cuenta.


Por Luis Galeazzi, Profesor de la UCA

Para www.darsecuenta.org.ar