martes, 4 de enero de 2011

Hace unos días en Twitter se me ocurrió poner:

En que momento uno deja de ser hijo, hermano, primo, amigo, conocido, licenciado, empleado, paciente, novio, pareja, estudiante, padre...

... vecino, tío, nieto, sobrino, para pasar a ser UNO MISMO? Que momento encontraste para ser vos? Pensalo... #elotroyo

Y como no tengo más que 140 caracteres no pude profundizar un poco más la cosa. Pero por suerte, siempre tengo este espacio para amenazar de muerte a mi cerebro con un hisopo y exigirle un poco más. Veamos que sale...

El tema es que uno no elije donde y cuando nacer. Mucho menos, cerca de que o de quien. Tampoco es conciente de ello hasta cumplir una cierta edad. Algunos, los más afortunados lo logran, otros que no tienen suerte se mueren sin saberlo.

Uno acumula muchos rótulos según el contexto. El primero ni bien se nace es el de “Hijo”, acompañado de “Nieto”, “Sobrino” y/o “Hermano” según si naces primero o no. Hasta aquí, ol-vi-da-te. Ni te enteras.

Pasan un par de años, el nene va al jardín. Más nombres: “El hijo de”, “Compañerito”, “Amiguito”, entre otros. La cosa se pone linda. Comenzas a ver que no estas solo, que hay más como vos. Pero seguís sin entender que es bien lo que pasa.

El tiempo transcurre. No podes detenerlo; aunque de más viejo, te cansas de decir que queres ser un niño toda la vida. Pero eso no es posible, tenes que ir a la escuela.

Otra tanda de etiquetas esperan por vos: “Alumno”, “Estudiantes”, “Primer novio”, “Plaga” y/o cualquier sobrenombre que te venga bien, según tus características físicas, cagadas que te mandes y/o nombre que tengas, que dicho sea de paso, tampoco pudiste elegirlo.

A esta altura empezas a sospechar algo, pero mucha bola no le das. Claro, descubriste que no solo lo tenes para mear y encima, la vida en la secundaria esta demasiado buena como para detenerte a pensar de qué carajo se trata?, ¿Por qué acá y no allá? Y demás.

Insisto, muchos mueren sin preguntárselo y no pasa nada, por el contrario, hasta puede que ni se enteren de que alguien se hace estas preguntas y hagan sus vidas sin pensarla (corriendo el riesgo de no poder vivir la vida y que ella los termine viviendo).

Pero ojo, esos mismos que no lo piensan (o que no sabemos en que medida lo piensan) son los que te siguen poniendo etiquetas: “Paciente”, “Cliente”, “Sobrino postizo”, “Yerno”, “Conocido”, “Vecino”, entre otros tantos que no se me vienen a la mente, pero que cada uno de ustedes tiene por ahí cerca, preguntándoles por sus cosas y ayudando a armar el rompecabezas de sus vidas.

Como verán, en esta interminable lista, no puse algunos de los más importantes. Como lo es “Padre” y “Abuelo”. No voy arriesgarme a decir cosas que no viví y que creo que por algunos años más no experimentare.

A esta altura, sospecharan que algo me puse a pensar, no se si tiene sentido o no. Va en realidad para mi lo tiene, y bastante. La pregunta que deje picando en el Twitter hacía referencia a: ¿Cuándo dejamos estos rótulos propios de una vida en sociedad para pasar a ser uno mismo? ¿Qué momento encontraste para ser vos?

La verdad que la pregunta tiene muchas respuestas. Cada uno como ser individual, y según la experiencia vivida hasta el momento, puede dar una. Por lo que puedo deducir, que habrá tantas contestaciones como gente se ponga a responder. Asimismo, corremos el riesgo de que ninguna de esas respuestas sea igual a la otra. Por lo cual me alegro mucho, porque quiere decir que la incógnita madre, planteada en este espacio, empieza a asomarse.

Una “Amiga”, (la mala interpretación de las comillas es pura y exclusivamente de sus cerebros rotulianos”) la única que contesto a este Tweet, me puso: @ChinoTortolini cuando deja de preguntarle al resto y se pregunta a si mismo quien es.

Y creo que no esta tan errada. Creo que es una apertura. Una invitación a descubrirse. A ver en que rotulo nos sentimos mejor, y a cual de ellos vamos a pasar a visitar con más frecuencia, a cual vamos a mandar al carajo y a que otro iremos a buscar, para seguir armando el rompecabezas personal. Ese mismo que otros empezaron, pero que de a poco recomenzamos a ubicar las fichas en los lugares que creamos más conveniente, sin tantos aportes y ayuda de terceros.

Sin embargo, seguí el consejo y me pregunte a mi mismo. Aunque como verán, no pude dejar de consultar y/o compartir con ustedes tales preguntas. Por lo que deduzco nuevamente, que no existe la forma de armar un rompecabezas solo. Si podemos elegir quien nos va ayudar en el armado, ubicar las piezas donde creamos correcta y tratar de llevar la cosa, en este caso una vida, por los caminos que nos parezcan más apropiados.

Eso si...Tratando de evitar querer armar los caminos de los otros. Osea, todo muy lindo. Gracias por tu ayuda. Pero hasta ahí. Miremos los limites, respetemos, seamos inteligentes y sepamos darnos cuenta...

Así que concluiré, que momentos para ser hay todos los días. Es más, hay tantos momentos como días tenga una vida. Y me quedo corto, porque los momentos son propios. No son dados por alguien, no se compran en un kiosco, no hay una maquina expendedoras de momentos. Nosotros los creamos, nosotros los vivimos y creo que hoy, como dice Mariano Closs,

Es un buen momento para empezar...

El Chino...

No hay comentarios:

Publicar un comentario